miércoles, 18 de marzo de 2020

Ensayo crítico. Una lucha dialéctica del pensamiento “Abulio, el inútil”, de Irina Ráfols Por Prof. Lic. Flora Aquino


Ensayo Crítico


Una lucha dialéctica del pensamiento
Abulio, el inútil”, de Irina Ráfols
Por Prof. Lic. Flora Aquino

Es preciso estar enteros
 para poder  ver la obra acabada
de todo. Los sentidos, la inteligencia,
 y la voluntad, funcionan mejor”[1]

Para iniciar definamos la dialéctica, ya que existe variadas formas de concebirlas. Primeramente, esta es el arte de dialogar, de argumentar y  de discutir, es el método de razonamiento desarrollado a partir de principios (DRAE, 2017).  Ernest Mandel, a su vez,  señala que la dialéctica tiene un origen muy antiguo. Se le encuentra desde el alba del pensamiento filosófico, particularmente en el filósofo griego Heráclito (“todo cambia”, “todo se mueve”, “todo se transforma”; en griego: “panta rei”) y varios pensadores chinos como Kung-sun y Tai-chen. Posteriormente, fue desarrollada por el filósofo judeo-holandés Spinoza (siglo XVII). Fue llevada a su más altos niveles por la filosofía clásica alemana encarnada por Hegel,  uno de los más grandes pensadores de todos los tiempos. (Mandel, 1986: 11-12).
En la concepción de Aristóteles la dialéctica se identifica con la parte de la lógica que se ocupa del estudio del razonamiento probable asociado, así, a la habilidad para argumentar, que todavía se puede observar en la filosofía de Kant, quien considera que la dialéctica es una  mera “lógica de la apariencia”.
Sin embargo, para este ensayo nos ceñiremos a la postura de Hegel, quien considera a la dialéctica como un método de conocimiento y como la expresión del devenir de la realidad (de su despliegue y realización) en la que la oposición sujeto/objeto se manifiesta como la unión de elementos opuestos en una síntesis que lleva a la comprensión de la realidad como Absoluto.
La novela, “Abulio, el inútil” de Irina Ráfols es autobiográfica. Abulio (nuestro personaje principal) va cobrando vida  mediante su propio manuscrito, donde a través de la dialéctica del pensamiento va llegando poco a poco al aprendizaje como todo un héroe problemático que es.
La autoconcepción como un filósofo innato hacen de Abulio un personaje singular, revelado contra el confinamiento que de la sociedad, el mismo afirma: “… se decía que era muy importante tener un hijo varón en la casa. Pero se les desaflojaron un poco las esperanzas depositadas en mí y las esperanzas de usarme como su seguro servidor, ya que para mí lo valioso estaba en mi espíritu, y como nadie lo veía se quejaban de que yo no hacía nada que valiera la pena. Me decían que era incapaz de hacer alguna tarea útil para la humanidad”. Abulio, demuestra que es un maestro de la imaginación y no un inútil.  Hace reconocer que pocas cosas causan tanto placer como el encuentro de uno mismo, y el autocomplacimiento de lo que somos, seres pensantes, un tanto “desvariados” pero con muchísima libertad para trazar nuestro destino.
La filosofía, para quien no la comprende resulta insípida, insulsa, un conglomerado de palabrería vana que no encuentra dónde reposar, disipándose sin importancia. 
Sin embargo, frente a esta novela se contempla la vida desde la perspectiva de un adepto a la misma, refutando lo anterior. “Abulio, el inútil” se hace reflexionar sobre el sentido de la vida guiando a través de sus páginas a esa preocupación que subyace en el ser humano (y que la filosofía aborda), que demuestra la variedad de  problemas fundamentales acerca de cuestiones como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente y el lenguaje, humanizando hasta tal grado de hacer resurgir la esperanza, como en el caso de los relatos enmarcados que encontramos en esta novela, refiriéndonos por ejemplo a la historia de la muchachita que quería morir, o conduciendo hacia la autoaceptación al refugiado que vivía lamentándose, o demostrando comprensión hacia un hombre que se cercenaba, brindando su amistad sin hacer distinciones de raza, encontrando la salvación en una vaca.
En la novela de la autora uruguaya Irina Ráfols, nos encontramos frente a una lucha dialéctica por encontrar el significado o la misión que desea transmitir una vaca, Paramecia. Pero, ¿qué significado transmite la presencia de una vaca en esta novela? En particular, la presencia de este animal y no de cualquier otro me intrigaba. Por lo mismo he argumentado principalmente dos razones para utilizar la vaca como un símbolo transcendente en el texto. Primero, apoyándonos en la cultura india, la vaca simboliza la Madre Tierra, la Naturaleza y, por extensión, la fertilidad y la abundancia. Como proveedora de leche se la considera como una madre. Además, al simbolizar la naturaleza, Paramecia representa a la misma ligada con el ambiente rural en el cual ocurre la historia; pero también se puede ver identificada a la vaca con la vida cotidiana y normal de la sociedad en la que vive insertado Abulio, una sociedad que reconoce los elementos naturales que le rodea pero que se muestra impasible a todo lo que esta le ofrece. Una sociedad que debe explotar los recursos naturales para tratar de encontrar siempre mediante el trabajo en el campo (lo único que conocen) el sentido a la vida que llevan. Así, Paramecia puede representar en esta novela tanto lo terrenal como lo celestial.
Paramecia, aporta a la novela una de los ejes fundamentales para el encuentro de uno mismo, desde que aparece todo empieza a tener otro sentido, notémoslo en la siguiente expresión: “… en ese momento, de intercambio empírico de mi sensitividad con la naturaleza, noté a una vaca rumiando solitariamente a mis espaldas y… algo comenzó a suceder”[2]. La presencia de este animal deja a nuestro personaje totalmente trastornado para los que no comprendían el diálogo que se podía dar con una vaca, o el simple hecho de que esta escogiera con quién hablar.
Abulio, entonces empieza su prédica sobre lo que el denominó “La Orden Fervorosa de la Virgen Mugiente”, fue ganando adeptos pregonando la salvación que había hallado en esta mística vaca, y comenzó a guiar a sus adeptos por ese largo camino intransitado de la conciencia, la “conciencia de nuestra propia magia, la cosmovisión anchurosa de nuestro ser, nuestra vida, nuestros sanos instintos de conservación, nuestra inteligencia oprimida, el valor de nuestra mente y el poder de la existencia”, haciendo comprender que lo que buscamos afuera en realidad está en nosotros mismo, solo que  no conocemos nada de lo que llevamos dentro.
Los hechos ocurren constantemente en un ambiente rural, primeramente en la casa familiar; luego en la estancia La Lorenza. Posteriormente, Abulio huye al monte con su amigo Horario, es aquí donde empieza a vislumbrar el encuentro con Paramecia. Luego encuentra refugio con la Sra. Judith y su marido Don Gaspar. Ahí, se convierte en el hermano Abulio y construye una padoga, fundando así una religión.
Hablemos ahora sobre la dimensión social del personaje. Lukács resalta especialmente la noción del héroe problemático. El héroe mantiene una permanente relación dialéctica con el mundo, con el entorno. En la novela este héroe llega al autoconocimiento. Para alcanzar esta meta se proponen tres caminos: el idealismo abstracto, el romanticismo de la desilusión y el aprendizaje.  Esta tercera vía se presenta como un intento de hallar una síntesis de las dos primeras y, lo que  es más importante, gracias a ella el héroe problemático alcanza la armonía con la realidad concreta y social (G. Lukás: 1963, 75-76)
Abulio, a lo largo de esta travesía deja verse como el héroe problemático. Incomprendido por una sociedad cerrada al libre pensamiento es tratado como un inútil, perezoso, vago. Encuentra en su camino la lucha por sus ideales; se  resiste a ser llevado por la corriente sin protestas; arma un sindicato; se rebela contra el orden común, consiguiendo problemas con la justicia; se desilusiona amorosamente, sufre de acontecimientos esotéricos; le es sustraído un riñón; se enfrenta a la muerte; se convierte en el hermano Abulio, luego de encontrar la salvación en una vaca; es forzado a estar en una casa de rehabilitación, tratado como un loco; se enfrenta  a la humillación de encontrársele loco ante un tribunal desvariado por supuestas alucinaciones. Sufre el dolor de perder en la muerte a Paramecia. Luego, poco a poco va encontrando el alivio en su  familia, y en Raquel, la dulce y tierna Raquel. Se da cuenta que predicaba lo que  no estaba practicando y cuando lo hace encuentra el aprendizaje a través del conocimiento. Encuentra su misión.
Las palabras de Raquel resuenan en el texto: “ahora tienes tu luz propia. Mantén eso encendido, Abulio, tu misión, la que siempre tuviste, sigue. Todos tus descubrimientos”. Abulio comprende que su luz ya no dependía de Paramecia, sino más bien, que todos tenemos luz propia. En un constante devenir de argumentos y lógica, nuestro héroe se completa al ser correspondido con el amor de Raquel, y es así como finalmente “el amor termina atando todos los cabos”, comprendiendo la frase con la que iniciábamos que “Es preciso estar enteros para poder  ver la obra acabada de todo. Los sentidos, la inteligencia, y la voluntad, funcionan mejor”
Realmente, no hay nada más que añadir a esta frase. La misma debe ser interpretada como más convenga al lector.

Ahora bien, es importante  señalar al lector que Paramecia fue real. ¿Una vaca que habla, fue real y no el producto de una desvariación mental o de la imaginación?

“[…] jamás iba a dudar que ella fue real, ¡Jamás! […]
¿Qué era Paramecia?
¡Ella era una virgen de sabiduría, una hada madrina del bosque, una  maravilla de la naturaleza! … Sin embargo, fue el ser más racional que conocí en mi vida, ella misma era bastante escéptica [..]”

Me debo a explicar que Paramecia fue real. Abulio lo entiende después de entrar en una profunda depresión. Llega a comprender que si Paramecia hubiera sido el producto de su imaginación, o de la alucinación de un loco, ella a pesar de haber muerto hubiese vuelto invocada por la locura. Pero no fue así, porque ella era real y la misión de Abulio también. Y es así, (al entender esto) como al final  él logra unir todos los pedazos de sí mismo, y hallarse (el autoconocimiento del héroe, explicado por Lukács).  Encontrar la clave para comprender a los demás, y al mundo de existencias pasajeras en una sola vida”; esa es la  lucha a la que constantemente se enfrenta Abulio, al razonamiento, a la lógica, a esa dualidad propuesta por Hegel de personaje/objeto. El objeto de Abulio siempre fue su misión de encontrarse, y fue así que a los 33 años, después de haber luchado tanto a contra viento, logra pararse firmemente sobre la tierra.
La novela termina de forma satisfactoria. Abulio logra abrir una escuela donde imparte enseñanza sobre filosofía y logra así seguir transmitiendo la libertad del yugo opresor que nos encarcela a todos, que es el desconocernos. Pero, por sobre todas las cosas completa su felicidad con su amada Raquel. Los felices para siempre con el cual deberían terminar todas las historias, y que por gracia del destino, o de los premeditados trazos de escritura, en Irina lo hallamos.



[1] “Abulio, el inútil” (2005) p.303
[2] “Abulio, el inútil”, (2005), p.94.

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